Resumen de un informe que presenta al Sr. Fiscal General del Estado de Portugal el ciudadano español, coronel del Ejército, escritor e historiador militar, don Amadeo Martínez Inglés, sobre los extraños sucesos acaecidos en la tarde/noche del 29 de marzo de 1956 en Villa Giralda (Estoril) y que devinieron en la muerte del infante D. Alfonso de Borbón por un disparo en la cabeza procedente de la pistola que en aquél trágico momento portaba su hermano D. Juan Carlos. (8 de septiembre de 2008)
El sábado 24 de marzo de 1956, Juan Carlos y su hermano Alfonso partierón de España a pasar unos días con toda su familia a Estoril (Portugal). Juan Carlos de 18 años está formado plenamente según las directrices de Franco en un militar de carrera y maneja perfectamente armas portátiles, es buen jinete y mejor deportista, por su parte Alfonso de 14 conocido como el "Senequita" todavía no formado militarmente destaca por su inteligencia, perseverancia, simpatía y afán de trabajo. El acercamiento franquista que tenía Juan Carlos no era del agrado del Conde de Barcelona, el cual no ocultaba su preferencia de sucesión sobre su hijo más pequeño, Alfonso.
El 29 de Marzo se encontraban en Villa Giralda, los Condes de Barcelona, sus hijos y unas amigas. De repente un estruendo viene del piso superior donde se encuentran los dos muchachos, acompañado de gritos de Juan Carlos avisando a su padre. Cuando el Conde llega a la habitación se encuentra a su hijo pequeño en el suelo sobre un gran charco de sangre y a Juan Carlos de pie con la pequeña pistola Star calibre 6, 35 mm., en su mano, tras el intento fallido de reanimar a Alfonso, el Conde hace inclinarse a Juan Carlos sobre el cadáver y le grita:
"Júrame que no lo has hecho a propósito"
Los hechos se sucedieron rápidamente, el Conde de Barcelona ordena inmediatamente a Juan Carlos volver a la academia militar y se pone en contacto con Franco para que la Embajada Española en Lisboa mande un comunicado desvirtuando lo sucedido. La nota de la Embajada, publicada por los medios de comunicación portugueses el día 30 de marzo de 1956, dirá lo siguiente:
"Mientras su Alteza el infante D. Alfonso limpiaba un revólver en la tarde del día de ayer con su hermano, se disparó un tiro que le alcanzó en la frente y le mató en pocos minutos. (...)".
Franco ordeno también que no se hiciera investigación alguna y que todo quedase bajo un manto de silencio y que la versión oficial de los hechos se acoplase a la nota difundida por la embajada. Como diría Franco:
"A la gente no le gustan los príncipes con mala suerte"
La manipulación el régimen hizo que de este tema no se hablara en España en mucho tiempo corriendo un tupido velo sobre lo sucedido. Nadie jamás vio el certificado de la muerte, la pistola fue arrojada al mar, no se hizo investigación alguna y Juan Carlos pronto se olvido de su compañero de juegos hasta que en 1992 (17 años después de haber sido elegido Rey) accedió in extremis a traer sus restos a España gracias a una ultima petición en el lecho de muerte de su padre.
Lo cierto es que estando en Estoril, los chicos parecían aburrirse en demasía y pasaban las tardes disparando a las farolas con la famosa pistola, así que lo que esta claro es que manejaban el arte del disparo con buena precisión, sobre todo Juan Carlos que como hemos dicho antes era cadete en la academia militar.
Los meses siguientes fueron desoladores para los Condes de Barcelona, la condesa entró en depresión y tenía un sentimiento de culpa por no haber podido evitar la tragedia, mientras que el conde se volvió más solitario. Juan Carlos según cuentan volvió a la normalidad en poco tiempo y siguió con sus estudios militares. Lo que esta claro es que Juan Carlos quedó en mejor posición política y ahora se encontraba en mejor posición para una posible sucesión de Franco. Para algunos muy destacados analistas de la época quedó muy claro que "de haber vivido Alfonso, su mera existencia habría condicionado el comportamiento posterior de Juan Carlos en la lucha entre su padre y Franco".
Hay algunas hipótesis barajadas por parte de integrantes de la propia familia Borbón las cuales tratan de explicar lo inexplicable, son básicamente tres:
A).- Juan Carlos apuntó en broma a Alfonsito y, sin percatarse de que el arma estaba cargada, apretó el gatillo.
B).- Juan Carlos apretó el gatillo sin saber que la pistola estaba cargada y la bala, después de rebotar en una pared, impactó en el rostro de
Alfonsito.
C).- Alfonsito había abandonado la habitación para buscar algo de comer para Juan Carlos y para él. Al volver con las manos ocupadas, empujó la puerta con el hombro. La puerta golpeó el brazo de su hermano Juan Carlos quien apretó el gatillo involuntariamente justo cuando la cabeza de Alfonso aparecía por la puerta.
Estas hipótesis son prácticamente una explicación infantil e irreal de lo que seguramente sucedió ya que es prácticamente imposible, estadísticamente hablando, que a un militar medianamente entrenado se le escape accidentalmente un tiro de su arma si sigue el protocolo aprendido en la instrucción correspondiente:
1º.- Introducir los cartuchos en el cargador
2º.- Colocar el cargador en su alojamiento de la empuñadura
3º.- Montar el arma desplazando el carro hacia atrás y hacia delante para que el primer cartucho entre en la recámara
4º.- Desactivar el seguro o seguros (normalmente dos o tres) de los que dispone
5º.- Apuntar el arma con precisión y sujetarla con fuerza si se quiere dar en el blanco puesto que el retroceso del cañón (y por ende de la pistola) dificulta mucho el éxito del disparo
6º.- Apretar con fuerza el disparador de la pistola (vulgo, gatillo) venciendo las dos resistencias sucesivas que presenta para lograr finalmente que el disparo se efectúe.
Por lo tanto existen abundantes indicios racionales que apuntan a una clara responsabilidad penal del príncipe Juan Carlos en la muerte de su hermano ya que:
1º.- El cadete Juan Carlos de Borbón conocía, en marzo de 1956, el manejo y uso en instrucción y combate de todas las armas portátiles del Ejército de Tierra español.
2º.- Había realizado ejercicios de fuego real con todas ellas con arreglo a la cartilla de tiro correspondiente a un caballero cadete de 1º curso de la Academia General Militar.
3º.- Conocía pues el manejo de las pistolas de 9mms largo reglamentarias en las Fuerzas Armadas españolas.
4º.- Con mayor motivo debía conocer el uso y manejo de la pequeña pistola de 6,35 mms (o de calibre 22) de la que era propietario y con la que había efectuado (la última vez, el día anterior al triste suceso) numerosos disparos.5º.- Conocía, asimismo, los protocolos de actuación que marcan los reglamentos militares para el uso, limpieza, desarmado, armado, equilibrado, preparación para el disparo…etc., etc., de cualquier arma portátil y en particular todas las precauciones que debe tomar un profesional de las armas antes de efectuar un disparo de instrucción o combate.
6º.- Resulta inconcebible que todo un caballero cadete de la AGM (una de las mejores Academias Militares del mundo en su momento) con 6 meses de instrucción militar intensiva y con numerosos ejercicios de tiro de instrucción realizados, no tomara las elementales medidas de seguridad (activación de los seguros de la pistola y comprobación de la existencia o no de cartucho en la recámara) antes de proceder a manipular su pistola en presencia de su hermano.
7º.- ¿”Qui prodest”? ¿A quien pudo beneficiar la muerte del infante don Alfonso?
8º.- ¿Sólo la casualidad puede explicar el insólito hecho de que el pequeño proyectil de 6,35 mm (o calibre 22, en su caso) que en el caso de impacto directo en la bóveda craneal de don Alfonso hubiera tenido muy pocas posibilidades de traspasarla dada su pequeña entidad y la escasa fuerza propulsora inicial, buscase el único camino expedito (las fosas nasales) para alcanzar el cerebro sin problemas y causar la muerte?
9º.- Juan Carlos de Borbón (repitámoslo una vez más) no era en marzo de 1956 ningún niño.
Esta por lo tanto bien claro que los hilos movidos por Franco para preservar a su sucesor se realizaron a la perfección
Fuente aqui
Imagenes: 20 minutos y iesluisvelez