Los fans de Joann Sfar nos podemos felicitar, ya que Norma sigue editando todo el material de este autor que puede. En esta ocasión se trata de un tomo que recopila los dos álbumes protagonizados por Petrus Barbygère (L'elficologue y Le Croquemitaine d'écume) con guiones de Pierre Dubois, y que se remontan a 1996 y las primeras experiencias de Sfar con el color.
El guión de Dubois es una maravilla, te trasporta a un mundo de referencias bibliográficas que pocos han sabido manejar con tanto estilo, que para mi gusto iguala al Alan Moore de La Liga de los Hombres Extraordinarios. Sus más evidentes fuentes son los relatos clásicos de fantasía (El Hobbit de Tolkien o El sueño de una noche de verano de Shakespeare), de terror (La llamada de Cthulhu de Lovecraft o la tradicional Leyenda del Holandés Errante) y aventuras (La Isla del Tesoro de Stevenson o 20.000 leguas de viaje submarino de Verne), así como algún que otro homenaje cinéfilo (Frankenstein de James Whale). La historia narra la persecución del bucanero Reddy Scarlett y sus demoníacos secuaces por parte del elfólogo espadachín Petrus Barbygère, ayudado por el Holandés Errante y su fantasmagórica tripulación, ya que el temible pirata ha raptado numerosos elfos, duendes y hadas para exhibirlos como atracciones circenses. Es evidente la influencia que tuvo esta obra en los guiones posteriores del propio Sfar en cuanto a tono y caracterización de los personajes. Mismamente el protagonista es una especie de precursor del Minúsculo Mosquetero, evidentemente en lo físico, aunque con sutiles diferencias en su carácter: yo veo al Minúsculo Mosquetero un remedo de Cyrano, Gulliver y Münchausen y este Petrus Barbygère me recuerda más al fanfarrón profesor Challenger de Conan Doyle. Sfar rescataría de esta obra otros personajes como el Holandés Errante en Vampire o el Profesor Bell (que no aparece, pero se le nombra repetidas veces) para su propia serie. El sexo explícito, la nostalgia y el humor están presentes en esta obra, lo que es también habitual en los guiones de Sfar en solitario.
En cuanto a la parte gráfica, nos encontramos con un Sfar que no por primerizo deja de ser un genio del dibujo. quizá algo más rígido y formal que en sus posteriores obras, pero también menos confuso y más concreto y detallista. Asombra saber que ésta es su primera obra a color, ya que maneja una paleta cromática de forma magistral, adecuándola a cada situación de forma que es un elemento más de la narración.
Complementa a los dos álbumes unas cuantas páginas del diario del protagonista con ilustraciones en blanco y negro, en el que podemos enterarnos como es una semana de la vida del elfólogo.
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