El tomito de La nueva Isla del Tesoro tiene un valor histórico dentro de la extensa obra de Osamu Tezuka más allá de su valor como tebeo, ya que fue la primera historia larga que se editó del que más tarde se conocería como Dios del Manga. Cuando se publicó en Japón en 1947, no sólo significó la primera obra de su autor, si no que además era la primera obra de estas características que salía al mercado y su éxito causó una gran influencia en los mangakas de entonces y en todos los demás que vinieron después.
La historia de La nueva Isla del Tesoro, aunque tiene elementos en común con la famosa novela de Stevenson, es bastante más ligera y un poco disparatada... ¡si hasta sale Tarzán! Esto no quiere decir que no me haya gustado, la he encontrado bastante divertida y se deja leer fluidamente. El final es un poco soso, eso sí.
Los dibujos son muy bonitos y están muy cuidados. Se nota la gran influencia que fue Disney para Tezuka. Llama mucho la atención la estructura que mantiene en casi todas las páginas: una tira vertical de cuatro viñetas apaisadas, creando un efecto cinematográfico muy curioso.
El tomito se complementa con El diario de mi debut, una reproducción del diario de Tezuka de los años 1946 y 1947 que me parece un valioso documento para aquellos interesados en el día a día del Japón post Segunda Guerra Mundial. Tezuka era por aquel entonces un dieciochoañero con grandes inquietudes culturales y gracias a su diario nos podemos enterar a qué podían dedicar su tiempo libre los jóvenes de un Japón ocupado por los USA, así como de sus amistades con otros mangakas y aprendices de mangakas.
La historia de La nueva Isla del Tesoro, aunque tiene elementos en común con la famosa novela de Stevenson, es bastante más ligera y un poco disparatada... ¡si hasta sale Tarzán! Esto no quiere decir que no me haya gustado, la he encontrado bastante divertida y se deja leer fluidamente. El final es un poco soso, eso sí.
Los dibujos son muy bonitos y están muy cuidados. Se nota la gran influencia que fue Disney para Tezuka. Llama mucho la atención la estructura que mantiene en casi todas las páginas: una tira vertical de cuatro viñetas apaisadas, creando un efecto cinematográfico muy curioso.
El tomito se complementa con El diario de mi debut, una reproducción del diario de Tezuka de los años 1946 y 1947 que me parece un valioso documento para aquellos interesados en el día a día del Japón post Segunda Guerra Mundial. Tezuka era por aquel entonces un dieciochoañero con grandes inquietudes culturales y gracias a su diario nos podemos enterar a qué podían dedicar su tiempo libre los jóvenes de un Japón ocupado por los USA, así como de sus amistades con otros mangakas y aprendices de mangakas.
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