Cuando vas por la calle y se te han gastado las pilas del walkman, a veces puedes oir conversaciones muy curiosas. Ayer mismo, esperando a que un semáforo se pusiera en verde para los peatones, pude ser testigo de esta perla:
Una madre a su hijo, de unos seis o siete años, que no se estaba quieto:
-¡Como no dejes de joderme te voy a comer la chorra enterita!
Eso me ha recordado otra conversación que escuché hace meses en un centro comercial. Otra madre le decía a su hija, de unos dos años, a la que llevaba sentada en el carro del supermercado:
-¡Eres tonta! ¡Eres muy tonta! ¿Y sabes que les pasa a las tontas? ¡Que nadie las quiere!
Luego se quejan de que los niños están medio locos y les ahostian. ¿Dónde está Supercoco cuando le necesitan?
Una madre a su hijo, de unos seis o siete años, que no se estaba quieto:
-¡Como no dejes de joderme te voy a comer la chorra enterita!
Eso me ha recordado otra conversación que escuché hace meses en un centro comercial. Otra madre le decía a su hija, de unos dos años, a la que llevaba sentada en el carro del supermercado:
-¡Eres tonta! ¡Eres muy tonta! ¿Y sabes que les pasa a las tontas? ¡Que nadie las quiere!
Luego se quejan de que los niños están medio locos y les ahostian. ¿Dónde está Supercoco cuando le necesitan?
2 comentarios:
bueno cesar, no exageremos, eso de "te voy a comer la chorra enterita" también se lo dices tu a los niños.
Pero no a los míos! a niños anónimos que me encuentro por los parques!
Publicar un comentario