Por fin vemos editada en España una de las obras más polémicas de Alan Moore, Lost girls, dibujada Melinda Gebbie, su mujer, tras 16 años desde que comenzó a publicarse en USA. Lost girls es una historia para adultos protagonizada por tres personajes de cuentos para niños de finales del siglo XIX y principios del XX: Alicia (de Alicia en el País de las Maravillas y A través del espejo), Dorothy (de El mago de Oz) y Wendy (de Peter Pan). La polémica viene sobre todo por la fuerte carga erótica de la obra y el uso de personajes infantiles, imprescindible para entender a la psique de los mismos.
En este primer tomo (de tres) Moore nos cuenta como han crecido las tres niñas, conviertiéndose Alicia en una vieja solterona adelantada a su tiempo, Dorothy en una jovencita recien llegada de los Estados Unidos a Europa con ganas de tener nuevas experiencias y Wendy en una treintañera sometida por su aburrido esposo cincuentón. Las tres se conocen en 1913 en un lujoso hotel de Austria y pronto se darán cuenta de que tienen mucho en común, empezando por sus viajes a mundos de fantasía durante su niñez y terminando en que no les hace falta ningún hombre para pasarlo muy bien. Estos viajes imaginarios Moore los hace coincidir con el despertar sexual de los personajes, que en los tres casos ocurre de forma traumática, de ahí su necesidad de crear un refugio mental. El guión está plagado de recursos como el uso de simbolismos, referencias y dobles sentidos, que el genio Moore maneja de forma magistral: el primer plano del espejo durante todo el primer capítulo, el uso de la ficción dentro de la ficción con los libros que el dueño del hotel deja en las habitaciones, las formas de las viñetas y el tipo de dibujo cuando las protagonistas cuentan sus respectivas historias... cuidando todas y cada una de las viñetas con el detallismo habitual en Moore, que roza lo enfermizo.
El dibujo de Melinda Gebbie bebe tanto de las ilustraciones de la literatura infantil del siglo XIX como del art noveau. Me ha gustado mucho la forma en que se contrasta el tipo de dibujo de apariencia inocente con el tipo de historia que se cuenta, sexualmente explícita y muchas veces sórdida. El tipo color elegido contribuye a esta sensación, ya que, aunque es rico y variado, se presenta en tonos apagados, nada brillantes.
La edición de Norma es de autentico lujo: libro de tapa dura forrada en tela, sobrecubiertas a todo color y papel de alto gramaje. Con este primer número se adjunta una caja en el que cabe toda la obra.
En este primer tomo (de tres) Moore nos cuenta como han crecido las tres niñas, conviertiéndose Alicia en una vieja solterona adelantada a su tiempo, Dorothy en una jovencita recien llegada de los Estados Unidos a Europa con ganas de tener nuevas experiencias y Wendy en una treintañera sometida por su aburrido esposo cincuentón. Las tres se conocen en 1913 en un lujoso hotel de Austria y pronto se darán cuenta de que tienen mucho en común, empezando por sus viajes a mundos de fantasía durante su niñez y terminando en que no les hace falta ningún hombre para pasarlo muy bien. Estos viajes imaginarios Moore los hace coincidir con el despertar sexual de los personajes, que en los tres casos ocurre de forma traumática, de ahí su necesidad de crear un refugio mental. El guión está plagado de recursos como el uso de simbolismos, referencias y dobles sentidos, que el genio Moore maneja de forma magistral: el primer plano del espejo durante todo el primer capítulo, el uso de la ficción dentro de la ficción con los libros que el dueño del hotel deja en las habitaciones, las formas de las viñetas y el tipo de dibujo cuando las protagonistas cuentan sus respectivas historias... cuidando todas y cada una de las viñetas con el detallismo habitual en Moore, que roza lo enfermizo.
El dibujo de Melinda Gebbie bebe tanto de las ilustraciones de la literatura infantil del siglo XIX como del art noveau. Me ha gustado mucho la forma en que se contrasta el tipo de dibujo de apariencia inocente con el tipo de historia que se cuenta, sexualmente explícita y muchas veces sórdida. El tipo color elegido contribuye a esta sensación, ya que, aunque es rico y variado, se presenta en tonos apagados, nada brillantes.
La edición de Norma es de autentico lujo: libro de tapa dura forrada en tela, sobrecubiertas a todo color y papel de alto gramaje. Con este primer número se adjunta una caja en el que cabe toda la obra.
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